Cap.1: La noticia... Por: Sora Kinomoto
-Lucas... Lucas, ¿donde estas?- Se escucha mientras una señora mayor camina cuidadosamente por un callejón oscuro. A medida que avanza cautelosamente, mira para ambos lados, como buscando algo, o alguien.
-Vamos Lucas, no estoy para jue...- callo repentinamente. Había tropezado con algo.
-¡Qué tonta!- se recriminó a si misma y se fue parando poco a poco. Una vez parada, sintió que algo le faltaba. Puso su mano en el saco rosado que vestía en ese momento, revisando cada bolsillo. Mientras lo hacia, iba encontrando: un pañuelo, las llaves, las monedas del vuelto de aquel riquísimo helado, las cuales había olvidado poner en el...
-¡el monedero!- dijo en voz bastante alta y preocupada, ya que eso era lo que le faltaba, el monedero. Se apresuro a dar vuelta y se agacho. Palpaba con la mano en el suelo buscando su monedero. Palpando y palpando, ya que la oscuridad apenas la dejaba ver, palpó algo extraño. Parecían cosas como la lana, gruesas y largas, aunque un poco más suaves. Continuó palpando mas abajo, y abandono aquella sensación de lana, para encontrarse algo mas sólido, aunque igual de suave... parecía...
-¿piel?- se pregunto preocupada, en voz baja.
-No puede ser.- negó la situación, ya que el miedo iba empezando a hacer aparición. Mas asustada, siguió tocando, y a medida que lo hacia, había menos dudas de que aquello sea un cuerpo.
No podía creer lo que estaba pasando, aquello, con lo cual había tropezado, era un cadáver... aunque, aun no estaba segura de que realmente sea un cadáver.
-Tal vez deba cercionarme de que este muerto.- se preguntó en voz baja, e inmediatamente puso dos dedos en el cuello de aquel individuo. Esperó unos minutos, y, como esperaba, no hubo respuesta. No tenía pulso...
En su cabeza, solo había una pregunta... ¿qué haría ahora?... podía escapar y hacer que no había visto nada, o, ir y avisarle a la policía lo que le estaba sucediendo. Pero, la curiosidad fue aun más fuerte, y decidió ver el cuerpo.
Se acerco lentamente, y observo, con gran dificultad, la cara del moribundo cuerpo. Le tardaba unos minutos poder ver los rasgos del muerto, debido a la falta de luz. Pero después de un tiempo, pudo distinguir unos ojos grandes y oscuros, una nariz puntiaguda y pequeña, y unos largos labios carnosos. Estos rasgos, extrañamente, se le habían hecho familiares. Pero, no fue hasta ver una mancha grande, que sobresalía como un lunar, en la parte baja de la mejilla izquierda, que empezó a desesperar.
Realmente se le parecía demasiado, pero aún tenia la esperanza de que sea solo una similitud. No podía seguir con la duda, tenia que saber si, ese cadáver tirado fríamente en la calle, de aquel oscuro y abandonado callejón, era su adorado hijo.
-Alguna prueba, tengo que encontrarla.- dijo desesperada mientras revisaba uno de los bolsillos de aquel saco. Buscaba y buscaba, solo había encontrado un encendedor, y mas tarde... una carta. Su única esperanza. Prendió, con varios intentos fallidos por el miedo y desesperación del momento, el encendedor y se dispuso a leer la carta. Mientras iba leyendo la carta que tenia en la mano, sus ojos se llenaban de lágrimas. Cuando terminó de leerla, estaba destrozada. No había duda, era él... Se dejó caer al suelo, y empezó a llorar con todas sus fuerzas, y entre sollozos decía... "porque... porque Lucas..."
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-Tomá.- dijo un hombre alto y robusto a la persona frente a él, entregándole un diario. -Leelo en voz alta.- le ordenó sentándose en la silla delante suyo.
-Si señor.- respondió un hombre bien vestido, alto, de cabello corto, liso y negro, sus ojos son oscuros y grandes. Ante la orden de aquel señor se levantó de su asiento, y comenzó a leer.
- "Las noches de Rojas, dejaron de ser tranquilas para convertirse en una de las más peligrosas ciudades del mundo. La razón por la cual esta ciudad es una integrante de esa lista son los raros homicidios que pasan a ser lugar en oscuros callejones, poco transitados. Las víctimas aparecen tiradas en la calle sin una sola gota de sangre en su cuerpo, y con una marca en el cuello, en forma de mordedura. Un viejo mito regresó, ¿será a acaso que los vampiros han llegado a Rojas?".- Al finalizar de leer este pequeño artículo, miró directamente a los ojos de su acompañante. -Teniente, usted no creerá que...- titubeó algo confundido sobre lo que acababa de leer.
-Cabo Zeros, no importa si son vampiros, hombres lobos o mosquitos gigantes, lo que si importa, es que estos homicidios tienen que terminar. Y para eso está usted aquí.- Dijo mirando seriamente a su interlocutor, antes de continuar se paró y se puso justo frente a Zeros.- Esta misión es muy importante, y usted estará en ella, claro, siempre y cuando este de acuerdo.- dijo y lo miro fijamente a los ojos, esperando una respuesta. El cabo, no contesto inmediatamente, aun analizaba la situación. Diablos, ni siquiera sabía por completo de lo que se trataba esa misión, pero... que perdería al decir que si, seguramente nada, y a lo mejor ganaría mucho mas de lo que esta ganando ahora, o al menos eso esperaba.
-Acepto, señor.- respondió repentinamente mirando hacia el frente.
-Bien, realmente no esperaba menos de ti.- dijo dándose vuelta y dirigiéndose a su asiento.- Antes de retirarse Cabo, debo decirle que esta misión es un completo secreto. ¿Entendido?- lo miro amenazante, ante tal mirada Zeros se sintió inhibido.
-Si señor.-
-Ya puede retirarse.-
Luego de esta orden, Zeros, se marcho de aquella oficina. En su cabeza repetían las palabras de aquel articulo. Tal vez, esta misión sea muy divertida.
-Por fin llegas.- recrimina una mujer de aparentemente unos 16 años, morocha, de pelo poco mas arriba de la cintura, ojos negros muy oscuros y tez pálida. -Hace cinco días que ni Jr ni yo sabemos absolutamente nada de ti.- continua gritando con una voz que demuestra bastante enojo, al recién llegado, el cual tenia una apariencia de un hombre de mas de 25, ojos cafés muy claros, pelo corto azabache, y tez pálida. -No pensas decirme donde estuviste todo este tiempo...- siguió diciendo cada vez mas exaltada al notar que su compañero la ignoraba completamente a medida que se iba dirigiendo a una de las habitaciones mas cercanas de allí. -Richard... no me dejes hablando so...- dijo demasiado tarde, ya que había sido interrumpida por el sonido de la puerta de la habitación al cerrarse. -Como siempre...- suspiró, mientras se dejaba caer en una de las sillas mas cercanas a ella. Una vez sentada sus ojos se fueron perdiendo y su cara de enojo se convirtió en una expresión de tristeza. Y poco a poco fue metiéndose cada vez mas en sus pensamientos, tanto que no sintió cuando un muchacho se acercaba por sus espaldas.
-¿En que piensas Ain?- escuchó la joven sobresaltándose por el susto que le había causado su amigo.
-Jr... me asustaste.- le dijo sosteniendo la mano en el pecho, como efecto de susto.
-Perdón, no fue mi intención.- se disculpó este con una sonrisa en el rostro. Su apariencia era de un hombre pasado los 30, tenia pelo rojo, no muy corto, una barba candado que hacía verlo mas serio de lo que realmente era, y unos ojos azules oscuros que resaltaban gracias a tez pálida.- Pero dime, Ain, ¿Por qué estas tan triste?... ¿Es acaso Richard?- preguntó este cambiando su sonrisa, por una expresión de preocupación.
-En parte es eso.- dijo la morocha recordando su comportamiento hace instantes.- Dime Jr... tu crees que él me odie.- preguntó con una mirada mas que triste.
-No.- contesto el pelirrojo inmediatamente al ver la expresión en el rostro de la pequeña.- No es nada de eso, es solo que él es un tanto frío y bruto a veces, pero créeme que el no te odia, de lo contrario no estarías aquí, ¿cierto?- terminó de decir este con una sonrisa.
-Si, es cierto.- contesto aún mas reconfortada por lo que su amigo le acababa de decir. Luego de esto, decidieron cambiar de tema y continuaron hablando. Hasta que alguien interrumpió aquella animada charla.
-Jr, tienes que mirar esto.- dijo apresurado Richard, saliendo rápidamente de la habitación donde se encontraba. Se acerco a donde están Jr y Ain con un diario en la mano izquierda.
Por el contrario, Ain, ante tal actitud por parte de su compañero, se sintió totalmente dolida e ignorada. Siempre era igual cuando volvía de uno de sus "viajes", llegaba de la nada, después de varios días de desaparecido, y actuaba como si ella no existiera en lo absoluto. Y ahora directamente no la involucraba en ese asunto que tan importante lo hacía parecer. Indignada, se levantó de su asiento, y sin decir una sola palabra, se dirigió a la habitación donde, momentos antes, Richard se había encerrado.
-Tienes que dejar de tratar de esa forma a Ain.- le dijo Jr, al observar la forma en que su compañera se había retirado.
Este, miró a su amigo a los ojos, y fríamente le contestó.- Tu la trajiste aquí, no yo.-
El pelirrojo estaba a punto de contestar, pero se dio cuenta que era en vano, no importaba lo que él dijera, Richard seguiría tratando de aquella manera a Ain. Se calmó un rato, y se dirigió a su acompañante, señalándole con la mano el asiento junto a él.
El muchacho de pelo oscuro se sentó y le entregó el diario que llevaba en su mano.- Léelo-
Jr se puso a leer en silenció el articulo que estaba señalado. Luego preocupado, leyó en voz alta la ultima frase.- "Un viejo mito regresó, ¿será a acaso que los vampiros han llegado a Rojas?".- al terminar de leer esa frase dirigió su mirada al muchacho al lado suyo.- No hemos sido nada cautelosos, ¿cierto?-
Richard bajó la mirada y con preocupación contestó.- Eso me temo amigo, eso me temo.-
La inquietud rondaba por dos de los habitantes de la vieja casona, aparentemente abandonada, en las afueras de la ciudad de Rojas.
CONTINUARA_