Hi again! Les traigo el segundo capítulo del archivo de 'Rastros de sentimiento', que como bien indica el summary corresponde a viñetas independientes que hablan sobre el proceso de amar. Dicho esto, aquí tienen una nueva composición que trata sobre cómo una sonrisa es capaz de hiptonizar y manipular al ser humano a su antojo. Disfruten.
Melodía
Dulce. Fresca. Una risa. La siento deslizarse a través de mis oídos. Notas limpias e inocentes que contrastan con el ambiente húmedo y cargado del lugar. Las siento adueñarse de cada uno de mis sentidos. Veo unos labios entreabiertos mostrar suave y perfectamente pequeños dientes blancos y pulidos, abrillantados por el reflejo acerado de la alegría.
Cierro los ojos aprensivamente, sintiendo cómo se clavan las pestañas entre sí, y me mareo ligeramente. Noto su canto acariciando mi espalda, me explora con curiosidad y delicadamente se acerca a mí, oliendo, captando mi esencia aturdida y compleja.
Una sensación que tiene tintes de delicia y peligro se adueña de mi ser. Puedo palpar la pureza de sus líneas danzarinas y la astucia de sus límites ácidos. Estoy colmada de su sonido, la plenitud hace acto de presencia y me desborda el corazón.
Ahora no la puedo oír, ni oler, ni sentir. Se ha escondido. Oh, sí. Lejos de mí. Su picardía actúa como manifiesto de un dolor futuro, quiere hacerme probar el placer de la búsqueda. Advierto que mis músculos están completamente tensos, mis manos crispadas en un puño y mis labios comienzan a tornarse oscuros por la presión que ejerce el peso de ese delicioso sonido sobre mi alma.
Relajo la postura y puedo volver a oír. No está a mi espalda, ha decidido que seré yo quien desee impregnarse de su esencia y no al revés. Gusta hacerse de rogar, pero en realidad sé que mi alma turbada es demasiado interesante para que desaparezca sin conocerla.
Un tirón. Un grito. Mi cabeza se tambalea ligeramente y siento cómo pierdo el equilibrio, estoy cayendo al abismo. Segundos antes de perecer esas notas vuelven a mí… ¿a qué sabe su venganza?
El tiempo se para, suspendido en algún lugar del curioso sonido. Me sostiene, aún quiere algo de mí, aún siente el pecado infantil de la curiosidad. Sus acordes rozan mi sien como dedos divinos, me acarician benévolamente, actuando con una ligera presión, como si quisieran imprimirse sobre mi piel con la intensidad justa para convertirse en mi obsesión.
Ondea sobre mi cuello y siento su titubeo: soy una presa demasiado preciada, cualquier acción antes de tiempo lo estropearía todo. Se recrea en su indecisión y de nuevo esboza esa mueca-sonrisa que hace descubrir los pliegues de sus labios y esa hilera de ácidos y astutos dientes.
Un escalofrío me recorre. No siente amor, no siente ternura. Sólo juega, se aleja y se acerca una y otra vez, disfrutando de cómo mi anhelo se escapa en pequeños suspiros delatores. Se alimenta de mi locura, del abandono de mi mente y mi cuerpo que deja en sus manos la prueba más nítida de mi entrega.
Un chasquido. Algo se quiebra y su esencia se torna en un gesto de lamento, no puede estar más a mi lado y lo sabe. Poco a poco va dando paso a una mueca de terror… no puede quedarse. No puede volver. Es el final.
En un último intento desesperado por invertir el orden establecido se aferra a las paredes de mi oído y suplica algo más de mí, pero el juicio ya ha sido emitido y debe irse.
Dolorosamente sale y me regala un definitivo sonido lánguido y desesperado.
Yo era su juego, yo era su presa…
Espero les haya gustado y se hayan sentido identificados con algún momento de sus vidas en el que se sintieran totalmente abstraídos por el esbozo de una sonrisa.
A mí personalmente la sonrisa es de las cosas que más me hacen adorar al hombre, su capacidad de sonreír expresando multitud de sentimientos: alegría, sarcasmo, afecto, crueldad, astucia, enamoramiento... Hay casi tantos tipos de sonrisas como de personas.
Recuerden siempre que una sonrisa vale menos que la electricidad y da más luz.
¡Tengan siempre una sonrisa en sus labios!
Que les vaya bonito,
Factium.