Su cumpleaños era probablemente el evento favorito del año de Daniella, quien adoraba los regalos, la atención y la alegría de estar un año más cerca de tomar decisiones responsables.
Ese año probablemente se atrasó varios siglos en el último punto.
De alguna forma u otra, había convencido a sus padres de dejarla hacer una fiesta en la casa de unos amigos, pero lo más importante no era la fiesta. Era el hecho de que los padres no estarían. Nadie para monitorear las salvajadas típicas de los adolescentes, nadie para decirles que bajen el volumen o que se vayan porque ya es muy tarde.
En realidad, Daniella dudaba que los gemelos García tuvieran permiso de sus padres para hacer la fiesta, pero éstos últimos estaban fuera de la ciudad por tres días. Así que, a disfrutar.
La chica no era una fanática de las fiestas. Iba a las que podía, bailaba, conversaba, y se divertía. Y, a diferencia de sus amigos, no era gran fanática del alcohol, o de otras sustancias algo más ilícitas.
Invitó a todos los que conocía, desde sus amigos de infancia, a quienes no había visto en años, hasta las personas que conoció en clases de ruso hace algunos meses, y los jóvenes con los que se había amistado en las clases de actuación que llevaba tomando ya por un año y medio. Y, por supuesto, a sus amigos de toda la vida.
Aunque "amigos" no habría sido la palabra indicada para ellos después de la fiesta.

Daniella siempre lograba enredarse en los mayores problemas del mundo. Cumplía apenas diecisiete años, y sus amigos se encontraban a los alrededores de esa edad. Pero, a pesar de eso, la fiesta era más similar a un depósito de alcohol que a una casa. Y claro, cuando todos se enteraron de que no se había emborrachado nunca, decidieron que ya estaba muy mayor para andar diciendo eso. Cita directa.
En su cuerpo entraron diferentes tipos de licores, algunos más fuertes que otros, pero a parte de problemas para caminar en línea recta y una lengua algo más suelta que de costumbre, se encontraba más bien normal. Con la mitad de lo que ella tenía en el cuerpo, muchos ya estaban por los suelos desmayados. Claro, embriagada y silenciosa no divertía a nadie, así que rápidamente dejó de ser el centro de atención, en específico cuando declaró que su estómago se sentía como una lavadora de ropa. Dos amigas - probablemente de la clase de actuación, porque eran claramente mayores que ella - la ayudaron a llegar hasta el baño. Ahí, una de ellas se retiró, no queriendo ver lo que la cumpleañera había ingerido en el día. La otra se quedó, sintiendo lástima por Daniella.
"¿Vas a vomitar?" inquirió algo asqueada la mayor, Carolina. A pesar de haber cumplido dieciocho hace algunos meses, prefería no tomar. La chica del cumpleaños negó con la cabeza, sonriendo suavemente.
"No, sólo quería alejarme del ruido..." murmuró con la voz levemente desnivelada debido a las bebidas. No sabía muy bien lo que pasaba alrededor suyo. Sabía que estaba en el baño. Sabía que Caro estaba a su lado preocupada. Sabía que había tomado, lo reconocía por la sensación de mareo casi alien que la invadía.
"¿Estás bien?" la preocupación todavía era evidente en la voz de la mayor. Arrodillada en el suelo al lado de su amiga, jugueteaba con un mechón de cabello color chocolate, nerviosa. Daniella, por otro lado, estaba sumamente calmada. Para estar pasada de tragos como estaba, al menos.
"Estoy... confundida. Creo que si no se me pasa voy a hacer y decir cosas de las que me arrepentiré." era sorprendente que la menor de edad pudiera completar una frase coherente en su estado.
"No creo que debas temer. No conozco a tus amigos, no creo poder revelar tus secretos. Y mañana no recordarás esto, te lo aseguro." Caro tuvo que acercarse a la cumpleañera para hablar, ya que de lo contrario su voz era ahogada por la música de la fiesta. Pero no lo habría hecho de saber lo que iba a pasar a continuación.
La ebria la jaló suavemente pero con rapidez del cuello, y sus labios se conectaron. Se separaron en un instante, pero el beso fue suficiente para dejar una sonrisa en la cara de la perpetradora. La "víctima", sin embargo, se quedó con la boca abierta por el shock y un tinte rojizo en las mejillas por un rato.
"Te lo advertí..." cantó Daniella con una risita. "Vuelve a la fiesta, no creo que me pase nada, y esto va a estar incómodo."
Carolina no dudó en levantarse y salir del baño, pero no sin antes voltearse para ver a su amiga por encima de su hombro.